Identificar nuestras habilidades es esencial para encontrar trabajo o mejorar nuestra posición

Todos tenemos talento, pero no tenemos talento para todo. Lo difícil es identificar la habilidad que poseemos, especialmente cuando pretendemos comenzar una nueva etapa profesional o cuando estamos un poco perdidos. Existen tres sencillas preguntas para clarificar hacia dónde orientarnos: ¿qué nos gusta? ¿Qué se nos da bien? ¿Qué valoran los demás de nosotros?Cuando las respuestas no son las mismas, surgen conflictos.

 – ¿Qué nos gusta? La pasión es el principal motor para el desarrollo de nuestro potencial. Si no disfrutamos con lo que hacemos, difícilmente destacaremos. La motivación y la pasión son diferentes. Mientras que la primera puede desaparecer un día porque hemos tenido una mala noche o un problema, la pasión es continua en el tiempo y no se daña con circunstancias puntuales.

– ¿Qué se nos da bien? Nos puede gustar mucho algo, pero para tener talento necesitamos destacar y lograr resultados. Eso requiere esfuerzo, aprendizaje, experimentar, contar con maestros o con referentes. En definitiva, dedicar tiempo y esfuerzo. Picasso lo resumió de una manera magnífica: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.

– ¿Qué valoran los demás de nosotros? Si estamos hablando del plano profesional, necesitamos convertir nuestras habilidades en resultados. Nos puede apasionar nuestro trabajo, podemos dedicarle tiempo y esfuerzo, pero si no interesa a los demás, difícilmente será considerado un talento. Como explicamos antes, no estamos hablando de esos genios a los que se les reconoce su valía después de su muerte, sino de la mayoría de las personas, que necesitan que una empresa o un cliente estén dispuestos a pagarles por su trabajo.

Si no se dan las tres condiciones anteriores es complicado que una persona tenga un talento reconocido y que perdure en el tiempo. Si una de las respuestas no se corresponde con las otras dos, surgen los problemas. Por ejemplo, si lo que haces te entusiasma y se te da bien, pero realmente no hay nadie dispuesto a valorarlo, es una afición. Disfrutarás y te entretendrá, pero difícilmente podrás ganarte la vida con eso. Este el motivo por el que muchos emprendedores fracasan. Se rodean de amigos que le animan, pero no tienen el termómetro de lo que necesita realmente el mercado.

Si por el contrario se te da bien lo que haces y otros lo reconocen, pero a ti no te gusta, acabas atrapado en la rutina y puedes terminar quemándote con lo que haces. Te costará soltarlo, porque el éxito es un mal aliado para los cambios, pero poco a poco, llegarás a casa desgastado. Por último, si te gusta mucho lo que haces y otros lo valoran, pero no se te da bien, es un éxito muy vulnerable en el tiempo. En cualquier momento, otra persona podrá llevarse el gato al agua sin que tú te hayas podido dar cuenta. En resumen, debemos pensar en nuestro trabajo: si te gusta, si consideras que se te da bien y si te sientes reconocido por ello. Si la respuesta en los tres casos es sí, tienes más probabilidades de tener un talento reconocido en el tiempo.