Suponte que vas a una entrevista de trabajo, a buscar un cliente o conquistar a una persona. Recomendación: Ante de enfrentarte a la situación, piensa en la cita de Henry Ford, fundador de Ford (1863 – 1947): “Si crees que puedes, tienes razón. Si crees que no puedes, también tienes razón”.

La frase es bonita, nadie lo duda, pero más allá de ello, la ciencia ha demostrado que es cierta. Nuestro cerebro tiene una plasticidad de tal magnitud, que somos capaces de condicionar incluso lo que percibimos a través de los sentidos… algo que ya venía diciendo el budismo desde hace más de veinte siglos. Los principios budistas aseguraban que no hay una única realidad, sino tantas como observadores. La física cuántica y las investigaciones neurológicas así lo han demostrado. La realidad la creamos con nuestros órganos sensoriales, pensamientos y experiencia, defiende Humberto Maturana, el científico chileno. No existe un mundo allá fuera y un nosotros separado de él. Tú creas el mundo a través de tus modelos mentales, lo que significa, trasladado a nuestros día a día, que lo que pienses del futuro condicionará el resultado obtenido… como ya decía Henry Ford.

Las expectativas que tengan las personas sobre nosotros también nos influyen, como demostraron los doctores Rosenthal y Jacobson en un colegio allá por los años 60. A los profesores les informaron antes de empezar el curso de que uno de sus grupos de alumnos era excelentes y el otro, no demasiado bueno. Cuando terminó el año, el grupo aparentemente mejor alcanzó muy buenas notas y el otro, se quedó en la media, como era de esperar. Sin embargo, la información de partida era falsa. Ambos grupos tenían el mismo nivel académico y la elección de los grupos fue puramente aleatoria. Con este experimento se demostró el Efecto Pigmalión, es decir, que las expectativas que depositen en ti o que tú pongas en ti mismo condicionan el resultado y, por supuesto, que los maestros son humanos, aunque cuando íbamos al colegio parecíamos olvidarlo.

Así pues, si queremos conseguir ese puesto de trabajo, ese cliente o esa persona que a la que se pretende conquistar, tendremos más posibilidades de lograrlo si realmente creemos que podemos conseguirlo. Nuestras propias autoexpectativas nos ayudarán (o nos perjudicarán) a ello.

Receta:

  1. Ante algo que te cuesta, reflexiona sobre tus posibles “auto-boicots”. Date argumentos racionales para desmontarlos. ¿Por qué no puedes conseguir dicho empleo?, por ejemplo.
  2. Relájate y recuerda una situación en la que hubieras conseguido lo que buscaste. Quédate con esa satisfacción personal y piensa entonces en el problema actual.
  3. Antes de comenzar algo que te resulta difícil busca refuerzo positivo como imaginar una situación o ponerte música. Muchos de los que damos conferencias, por ejemplo, escuchamos canciones para subir al escenario con buen pie. Otros llevan un amuleto, un símbolo o un anclaje. Así pues, busca aquello que te da fuerza y cree en ti. Y recuerda lo que dijo el maestro Sun Tzu en el siglo II a.C., en su libro el Arte de la Guerra“el vencedor antes de entrar en la batalla ya ha ganado”. Lo que te digas a ti mismo antes de hacer algo que no te resulte sencillo, condicionará tus resultados.

Fórmula:

Lo que te digas antes de comenzar un proyecto influirá en su resultado final.

Para escuchar:

Explicación en inglés del peso de las expectativas de los profesores sobre los alumnos

LABTAG