¿Tienes miedo a la altura? Si es así, tienes una buena «excusa»: el miedo a la altura está codificado en nuestros genes. Se comprobó en un experimento realizado en los años 60, por los psicólogos especializados en percepción y desarrollo cognitivo Eleanor Gibson y Richard Walk, denominado Precipicio Visual (Visual Cliff):

Se unen dos superficies a determinada altura, una opaca y otra transparente, de forma que esta última parece suspendida en el vacío. Se coloca en el medio de las dos superficies a un bebé de varios meses.

¿Hacia dónde gateará? En la totalidad de los casos hacia la opaca,al igual que otros animales: cachorros de pollos, gatos o monos, todos excepto los acuáticos. Los patos y las tortugas se van de cabeza a la superficie transparente.

Nacemos con miedo a la altura, independientemente de haber vivido una experiencia desagradable o de padecer vértigo, porque está codificado en nuestros genes. Sin embargo, la cultura, la educación y los refuerzos positivos son capaces de modular nuestros miedos innatos, como se comprobó en una variante del experimento anterior: el 74 por ciento de los niños lograron atravesar la superficie transparente… ¡cuando su madre estaba al otro lado sonriendo!.

Una buena noticia para superar los miedos: La confianza nos eleva a las alturas, su ausencia nos sumerge en los temores (si no formabas parte del 26 por ciento de los niños que no se fíaban ni de su madre, claro 😉 ).