Una anécdota real: Uno saluda por la calle a un compañero de trabajo y éste no le contesta. El que saluda se molesta y cree que aquel lo ha evitado. Intenta encontrar una causa: «Es porque el otro día no le apoyé en una propuesta suya en una reunión»… Sigue interpretando: «Siempre que le llevo la contraria, se enfada y no me saluda». Y al final, decide que la próxima vez que lo vea no piensa él saludarle. Sin embargo, la realidad era que a la persona que había saludado no llevaba las lentillas, era miope y sencillamente, no le había visto.
Cuando eso ocurre, subimos por la escalera de inferencia, como diría Chris Argyris. La escalera de inferencia es una forma de explicar uno de los principales problemas en la comunicación. Cuando uno habla, el que escucha interpreta conforme a sus prejuicios, experiencias pasadas, afinidades personales… A nuestro cerebro no le gusta la ambigüedad y cuando se enfrenta a un hecho que no tiene muy claro, atribuye causas para comprenderlo. El problema es que no siempre acertamos (o más bien, muchas veces nos equivocamos). Y si no, pensemos cuando alguien escribe un email con toda su buena fe y otro lo malinterpreta.
Por ello, es necesario conocer cómo procesamos la información y saber que si queremos descender por la escalera, lo mejor es preguntar y verificar que lo que pensamos es realmente lo que el otro está queriendo decir o hacer. En otras palabras, creo que la mayor parte de las personas somos «guionistas de Hollywood» en nuestras mentes y escribimos auténticas películas cuando la realidad suele ser más sencilla y esto, una vez más, es por nuestra tendencia a subirnos por la escalera de inferencia.
Creo que hay demasiada gente subida en sus escaleritas mirando a los demás desde arriba¡ 😉 Algunos se subieron sin querer, sin ser conscientes. Otras, una vez que empezaron a subir peldaños se encontraron con la justificación perfecta para no esforzarse y escudarse en algo que sigue teniendo demasiado caché: el orgullo 🙂
Hola Pilar,
Creo que esa escalera está mal dibujada… me explico… esa escalera tendría que estar dibujada en pendiente y no en ascenso ya que cuando tropiezas en el primer escalón ruedas peldaños abajo comiéndote el resto de fases. Una vez has tropezado casi seguro que continuas cayendo… ¿no crees?
Saludos,
Estoy completamente de acuerdo con lo que expones. El problema también radica en que ni siquiera nos molestamos en preguntar a los demás para aclarar la situación. ¿No crees que detrás de esa utilización de escusas que nos montamos mentalmente estan los miedos?.
Un besazo muy fuerte
El problema no es tanto subir la escalera sino esas personas que disfrutan haciéndolo y, más todavía, quedándose bien arriba un rato largo.
Humildad y modestia ¡qué grandes valores!
Y en esta escalera de la inferencia lo peor que puede ocurrir es el bloqueo entre las personas ,creo que lo más importante es entrar a la objetividad y conversar ,asimismo con buen humor consultarle qué ocurrió.(dicen que el humor es amor)
saludos,
Me recuerda a «El Arte de Amargarse la Vida». ¿Lo conoces? te dejo un trocito.
Un hombre quiere colgar un cuadro. El clavo ya lo tiene, pero le falta un martillo. El vecino tiene uno. Así ,pues, nuestro hombre decide pedir al vecno que le preste el martillo. Pero le asalta una duda: ¿Qué? ¿Y si no quiere prestármelo? Ahora recuerdo que ayer me saludó algo distraído. Quizás tenía prisa. Pero quizás la prisa no era más que un pretexto, y el hombre abriga algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada; algo se habrá metido en la cabeza. Si alguien me pidiese prestada alguna herramienta, yo se la dejaría enseguida. ¿Por qué no ha de hacerlo él también? ¿Cómo puede uno negarse a hacer un favor tan sencillo a otro? Tipos como éste le amargan a uno la vida. Y luego todavía se imagina que dependo de él. Sólo porque tiene un martillo. Esto ya es el colmo. Así nuestro hombre sale precipitado a casa del vecino, toca el timbre, se abre la puerta y, antes de que el vecino tenga tiempo de decir: «buenos días», nuestro hombre le grita furioso:
«¡Quédese usted con su martillo, so penco!».
Y si sigues subiendo peldaños acabas Paranóico, y suele requerir tratamiento psiquiátrico.
Así que cuidadín con esta escalera. 😉
Gracias x compartir
Saludos.
Me ha gustado mucho el post, Pilar y me ha recordado a una frase de Mario Alonso Puig que me llamó mucho la atención cuando se la oí por primera vez: «¡Cuántas veces construimos realidades con dos fragmentos de información y un montón de suposiciones!» JM
Y los problemas indirectos que esto refleja en el mundo empersarial son enormes, decisiones independientes, mala gestión de la comunicación, etc…
Y tal y como dicen por aqui, hay gente que por desgracia lo ve todo mejor desde arriba de la escalera, consciente de todo…
Si, las personas somos expertas en montarnos películas. Lo peor es que nos las creemos a pies juntillas, y así nos va. Con lo fácil que sería preguntar. Al final es un enorme problema de ego.
Pensamos que los demás tienen el mismo mapa que nosotros, y así la comunicación se ve muy distorsionada. Simplemente hay que intentar habituarse a un ego de bajo consumo y la vida será mucho más sencilla para todos.
Empecemos por nosotros mismos si queremos ver el cambio en el mundo como decia Gandhi.
Besos
Quique
A mi el ejemplo que pone Pilar en su post y las demas historias que habeis contado otros me recuerda un dicho que me gusta mucho: » Cada cual critica lo que mas odia de si mismo»
un abrazo Pilar
Creo que los malentendidos surgen porque nos asusta el rechazo de los demás. Queremos que nos quieran y que nos den la razón, porque si no nos quieren es que no tenemos mucha razón.
Así, nos pasamos la vida desconfiando de todos, y esa desconfianza proviene de la falta de confianza en nosotros. Hablando de «El arte de amargarse la vida», el libro al que alude Kike, esto que digo está también reflejado en él:
«No me aprecio a mí mismo.
No puedo apreciar a nadie que me aprecie.
Sólo puedo apreciar al que no me aprecia».
Pues yo creo que fundamentalmente los malentendidos son provocados porque el ser humano admite mal sus propias limitaciones y fallos. Es decir debe buscar la razón para escusarse a su mismo.
Si nos fijamos las personas que más seguras están de si mismas (que no suelen seer aquellas que lo creen asi y no confundir con las que creen tener razón siempre) aquellas que tienen el equilibrio espiritual son las que menos malentendidos tienen.
Aqeullas que son inseguras y desequilibradas espiritualmente son las que provocan y sienten más malentendidos.
Coindido totalmente con lo que dices, Monty.
Después de unos días de congresos, he leído todas las entradas que ha generado este post. Gracias por ello:
Yoriento:Efectivamente, el orgullo podría ser uno de los laterales de la escalera, justo con el desconocimiento.
Jesús: Me gusta tu observación, de hecho, pensé lo mismo que tú cuando lo vi la primera vez. Sin embargo, creo que también puede entenderse como que cuando uno se sube arriba, está más lejos del resto de los humanos.
Esthergo: Efectivamente, están los miedos y la incompetencia. Nos cuesta mucho preguntar para verificar nuestras interpretaciones. Aunque tengamos dos orejas y una sola boca, parece más bien lo contrario.
Jaime Cuesta: Y añadiría… los que sabes que están arriba y les da igual. Una vez más humildad, evitar el orgullo y desarrollar la empatía.
Kike: Me gusta mucho ese libro. Me lo regaló un amigo hace años y sí, creo que la escalera es un excelente ejemplo de estar en las nubes o amargarse la vida.
Pepito Grillo: El problema sería que uno acabara paranoico y no lo supiera 😉
Icekahlua: Cuántos problemas se evitarían en las empresas si más de uno bajara por la escalera. Parece que posiciones de poder le hacen sentirse a uno tan seguro que ni pregunta ni verifica.
José Bolivar: Muy buena la frase de Mario. Resume muy bien esta idea.
Quique: Me gusta la idea de ego de bajo consumo. Ojala pudiéramos aplicarlo a nuestras vidas. Seríamos más felices y seguramente, molestaríamos menos al resto.
HDS: Es cierto que lo que dices. Creo que quien critica se descubre a sí mismo, incluso con sus propios miedos.
Concha: La autoestima… la gran ausente en nuestras vidas que nos obliga a inventarnos historias para justificar el que no nos aprecien. Me parece muy acertado.
Monty: La inseguridad genera mucha necesidad de control y la creación de la escalera sirve precisamente para eso: para entender el mundo aunque sea de manera errónea. Si nos sintiéramos más seguros (y con más autoestima) no tendríamos ni tantos miedos, ni tantas necesidades de crear realidades paralelas.
Gracias de nuevo por vuestras aportaciones, que siempre me ayudan a pensar.
Un abrazo
Hola, me ha gustado mucho los comentarios y respuestas, son de gran valor adquisitivo, FELICIDADES¡¡¡¿