¿Tienes mala memoria?, ¿te cuesta adaptarte a las reglas?, ¿te preocupas en exceso o eres un soñador? Si te ocurre algo de esto, enhorabuena. La sabiduría popular sostiene que una desventaja o un mal hábito es algo que hay que evitar. Sin embargo, los últimos hallazgos demuestran que una desventaja es una “dificultad deseable”. Estos obstáculos pueden ir desde tener menos memoria que un pez —o cualquiera de los ejemplos anteriores— a tener dislexia o incluso, déficit de atención. Es posible que algunas de tus desventajas hayan sido motivo de reproches por personas de tu entorno o que tú lo hayas sufrido “en silencio”. Pero como insisten investigadores como Malcolm Gladwell o Barbara Oakley, un primer paso para convertir una dificultad en una ventaja personal consiste en contemplarla de otro modo (y dejar de machacarnos por ello).

La mala memoria es sinónimo de creatividad. Oakley explica que cuando algo se nos escapa de la mente, dejamos la puerta abierta para que entre una nueva idea. Casi todo el mundo anhela que su memoria sea a prueba de bomba. Pero si no es tu caso, tranquilo. Muy posiblemente, tengas una mayor capacidad para encontrar atajos mentales y para sintetizar conceptos. Por otro lado, no adaptarse bien a las reglas es una de las principales características de los innovadores. Luchan por encontrar una manera diferente de hacer las cosas. Por ello, seguir las normas no siempre es tan positivo. Al igual que las personas que caen en la preocupación constante. Evidentemente, es agotador, pero tiene una ventaja: son capaces de anticiparse y de hacer buenas planificaciones.

El segundo paso para que una dificultad se convierta en algo deseable consiste en olvidarte de las comparaciones con el resto. El cerebro humano tiende a la comparación. Somos de tal manera en contraste con los demás. Desde esta perspectiva, todo aquello que difiera de la norma nos hace sentirnos cuanto menos raros y pretendemos eliminarlo. Pero nos equivocamos. Las personas brillantes son aquellas que destacan porque hacen algo precisamente diferente o raro. Así que una buena idea consiste en desarrollar aquello que te hace “raro” para sacarle partido. Y como resumía Albert Einstein, “todo el mundo es un genio. Pero si juzgas a un pez por su capacidad para trepar a un árbol, vivirá toda su vida creyendo que es estúpido”.

Por último, para desarrollar la dificultad deseable necesitas seleccionar la liga en la que vas a jugar. De manera intuitiva se hace en el mundo de la seducción. Todos conocemos a personas poco agraciadas que conquistan con su humor o con su inteligencia. De una manera similar, podemos aplicarlo en el resto de nuestras habilidades. No selecciones ligas donde la clave del éxito sea tu dificultad. Evidentemente, si tienes mala memoria, por ejemplo, puedes entrenarla, pero nunca llegarás a ganar un premio por ello. Has de buscar tu propio camino, aquel que te permite destacar (y ser feliz) utilizando esas “dificultades deseables”. Quizá tu futuro pase por trabajos más creativos, por ejemplo. O en el caso de la dislexia, puedas emprender un negocio.

En definitiva, todos tenemos desventajas en nuestra forma de ser y nuestro desafío consiste en convertir nuestras dificultades en algo deseable. Para ello, no podemos quedarnos con los brazos cruzados, lamentándonos por lo que somos. Significa cambiar el punto de vista, evitar comparaciones y buscar la liga donde podemos aprovechar lo que nos hace diferentes. Así que, si eres un desastre en algo, ya sabes, sácale partido.