No penalizar a aquellos miembros del equipo con mal rendimiento, implica penalizar a los mejores. Es una de las principales máximas de la gestión de equipos. No todo el mundo mantiene el mismo nivel de aportación a los equipos por lo que el café para todos es un elemento enormemente dañino para la motivación de aquellos que se dejan la piel. Una cosa es como se valora el rendimiento y otra cosa es que la penalización consista simplemente en no tener un bonus. Pero algún tipo de diferencia ha de existir. Creo que precisamente la falta de diferenciación es uno de los problemas de las Administraciones Públicas.

Estos días estoy trabajando en un taller sobre liderazgo con directivos de Sanidad donde uno de los temas más comentados está siendo la falta de instrumentos para reconocer el trabajo de los mejores. Por supuesto, tienen pequeños márgenes pero a años luz de los que posee la empresa privada. Habría que hacer una revisión del sistema comenzando con las políticas de gestión de personas. Por supuesto, tener un trabajo de por vida con la casi nula posibilidad de despido motiva a más de uno, pero de ahí a tener que conservar estructuras arcaicas que no favorecen el reconocimiento de los que se esfuerzan es algo bien distinto (además, de una falta de justicia importante)…

Pero no nos engañemos, éste es un tema demasiado poco atractivo para ser abordado por los políticos, que son quienes podrían impulsar un cambio de estas características, por lo que parece que seguirá siendo un problema en el futuro.