Este verano he tenido la oportunidad de leer el libro de “Vencer las adicciones” y me ha resultado interesante el análisis que realiza Deepak Chopra sobre el adicto. Según Chopra el adicto es quien busca salir de su vacío existencial pero en el lugar incorrecto, que puede ser el alcohol, las drogas, el sexo… en fin, todas las adicciones que se nos puedan ocurrir.

Me ha gustado porque no presenta al adicto como un ser débil, sino como una persona que tiene de positivo el espíritu de la búsqueda. Dice el maestro hindú que eso le da una gran fuerza para, una vez canalizada su energía, poder encontrar una mayor realización. El punto de partida es el famoso vacío existencial en un mundo lleno de cosas, que nos hace buscar placer o nos anestesia (que también está esa variante) para olvidarnos de la infelicidad.

El libro me ha hecho reflexionar sobre la adicción al trabajo, a la cual por cierto no dedica demasiadas páginas. Mientras que unos beben para olvidar, otros pasan mil horas en la oficina olvidando también a la familia, amigos… y a sí mismos. Sin embargo, la adicción al trabajo no está mal vista en nuestra sociedad. Ese es el problema. Culpamos a las empresas y a las obligaciones en las que nos vemos inmersos (muy ciertas en nuestra sociedad latina), sin embargo no revisamos nuestros propios planteamientos. Conozco muchas personas a las que les fascina su trabajo porque es creativo y porque se sienten muy realizadas, de ellas no hablo; me refiero a aquellos que no quieren volver al silencio o soledad de su casa y se inventan mil excusas para continuar ahí. El problema se agrava cuando dichas personas adquieren la posición de jefes y obligan al resto a continuar en el trabajo hasta horas intempestivas. Son también adictos y quizá debería haber clínicas de desintoxicación para este problema. Como dice Chopra, el trabajo se ha considerado como algo muy serio y “la seriedad es una condición tóxica de la mente”. Cuando se trabaja tantas y tantas horas, ¿es necesario o es una elección? Cuando algunos de estos adictos comienza a disfrutar con otro tipo de placeres, como estar con los amigos o tener alguna afición, el trabajo pasa a ser algo menos serio… Y esto me recuerda a un directivo de una empresa pública que me contó que sus colaboradores, con quienes tenía mucha confianza, un día le dejaron en la mesa una tarjeta de una agencia matrimonial con el siguiente mensaje: “¿Por qué no pruebas a llamar y así trabajas menos?” ¿Su trabajo era necesidad o elección? En cuanto encontró un equilibrio en su vida personal se comprobó que era más una necesidad de olvido de sí mismo…

¡Cuántas agencias matrimoniales harían falta en nuestras empresas!