Esta frase afortunada es uno de los postulados fundamentales de la PNL o Programación Neurolinguística. Fue acuñada por el lingüista Alfred Korzybski, quien fue el primero en utilizar el concepto de neurolingüística. El significado de la frase proviene de una historia, probablemente apócrifa, pero muy ilustrativa. Parece ser que la pronunció Korzybski durante la Primera Guerra Mundial cuando cayó, junto con la tropa que dirigía, en una profunda fosa que no figuraba en los mapas con resultados más que desastrosos .
Según Korzybski, un mapa no es el territorio que representa, del mismo modo que una palabra no es el objeto que representa. El conocimiento que tenemos del mundo está limitado por la estructura de nuestro sistema nervioso y la estructura del lenguaje. No experimentamos el mundo directamente, sino por medio de abstracciones, que configuran los mapas mentales con los que entendemos la realidad. Y cada uno tiene su propio mapa mental (por cierto, Beatriz Valderrama fue quien me contó el origen de la frase. Con ella he colaborado en un libro de mentoring que espero que se publique en pocos meses).

La reflexión anterior nos invita a pensar en lo absurdo que es discutir para ver quién tiene la razón (no hace falta más que pensar en los debates eternos y aburridos sobre diferencias políticas o equipos de fútbol). Cada uno tiene su propia verdad (o su propio mapa mental). Por ello, en cualquier discusión de este tipo el objetivo es buscar un objetivo o acuerdo común, no saber quién sale victorioso.