Vivimos en la Era de la Distracción Masiva. Así se denomina al hecho de que los reyes de nuestras vidas diarias sean los dispositivos móviles. Son a ellos a los que les dedicamos gran parte de la atención, incluso a veces son más importantes que las personas con las que estamos comiendo. Así somos. O así nos hemos convertido gracias a la tecnología. De hecho, en 2013 se hizo un estudio a 150.000 personas en el que se concluyó que, por término medio, consultamos 110 veces al día el móvil. Si pensamos que hay tiempo en el que dormimos y que las horas pico son de 5 a 8 de la tarde, podríamos decir que cada seis o siete segundos abrimos alguna de nuestras aplicaciones. Seguramente, diez años más tarde, esta cifra habrá aumentado considerablemente. Esto nos ocurre a todos los mortales y por supuesto, a los líderes que gestionan equipos.

Cada seis o siete segundos abrimos alguna de nuestras aplicaciones en el móvil.

El día a día de las organizaciones es cada vez más complejo. No solo hay un sinfín de objetivos y desafíos, sino que la tecnología y su inmediatez, nos lleva a que la atención sea una de las habilidades más complicadas y más diferenciales. Todos sabemos que lo que caracteriza a un líder es alcanzar resultados a través de los equipos que gestiona. Los resultados no se pueden lograr si estamos dispersos o si no nos centramos. Por ello, abordar la concentración requiere varios enfoques. Uno está relacionado con nuestras decisiones estratégicas y tácticas y otras, con lo que hacemos en nuestro día a día. Respecto a la primera, me gusta la idea poderosa de uno de los hombres más ricos del mundo: Warren Buffett.

Un líder alcanza resultados. Estos no se pueden lograr si la persona está dispersa o distraída.

Warren Buffett es uno de los multimillonarios que más perlas de conocimientos nos ha regalado. Una de ellas es una anécdota que cuenta el que fuera su piloto personal. Cuando Buffett le preguntó sobre sus sueños, le explicó un pequeño truco que él llevaba a cabo. Cada año hacía una lista de los 25 objetivos que quería conseguir y los dividía en dos listas: la “lista A”, en la que estaban los cinco primeros objetivos estratégicos; y la “lista B”, donde agrupaba el resto. Pues bien, el consejo de Buffett para tener éxito es quemar la lista B. Es decir, centrarnos con tal intensidad en nuestros cinco objetivos, que hemos de abandonar radicalmente el resto. Solo cuando hayamos logrado uno de la lista A, podremos rescatar otro de la B. Si lo aplicamos a tu trabajo de liderazgo, ¿cuál es tu lista A? ¿En qué vas a centrar todo tu esfuerzo y energía este año, este semana u hoy? Comenzar con un listado de pocas cosas y focalizarse es una gran herramienta para el liderazgo y para los miembros del equipo, que no se pierden en mil y unas cosas.

¿En qué vas a centrar todo tu esfuerzo y energía este año? ¿Y esta semana? ¿Y hoy?

La parte estratégica ha de venir acompañada de habilidades personales. La atención hemos de llevarla a nuestro día a día. Cuando empezamos una tarea compleja, de manera inconsciente solemos entretenernos con otras cosas de menor importancia. Esto forma parte del proceso de concentración y está bien. Pero, claro, ha de suponer un porcentaje mínimo. Es decir, para hacer un informe que requiere una hora no deberíamos estar distraídos otra hora. Para reducir la duración de la distracción, es recomendable utilizar alguna técnica, como la pomodoro.

La técnica pomodoro hace alusión a los relojes de cocina con forma de tomate y sugiere que marquemos intervalos de 20 minutos de máxima concentración a algo y pasado ese tiempo, podemos distraernos en lo que queramos. Así, como poco a poco, le vamos dando un poco de oxígeno a nuestro cerebro tan habituado a entretenerse y al mismo tiempo, nos centramos en lo importante. Igualmente, alejar el móvil, cerrar las aplicaciones o páginas web que nos entretienen o poner el modo avión de vez en cuando, nos puede ayudar a concentrarnos. Es difícil que el mundo se caiga en esos 20 minutos o en el tiempo en que no consultamos nuestros dispositivos, por eso, en la medida que nos vayamos habituando podremos convivir con la era de distracción masiva y al mismo tiempo, disfrutar de ella.