mf2009madrid157Ayer fue un día muy especial. La conferencia gustó, me sentí muy bien y mas tarde tuve la entrega del premio que presenciaron compañeros, amigos y familia. Agradezco mucho a Interban Network, a la escuela española de liderazgo, a TopTen y a todos cuantos participaron como miembros del jurado en dicho reconocimiento. Quisiera también agradecer desde este blog a las personas y clientes que me han brindado la oportunidad de compartir mis ideas con sus equipos o en sus congresos; a Thinking Heads mi agencia, que tanto me ha ayudado, así como a los amigos y compañeros de InnoPersonas, que han sido claves para ajustar cada uno de los temas que voy presentando en la actualidad. En fin, gracias de verdad a todos.

Por último, he pensado que es un momento excelente para recoger brevemente algunas de las conclusiones que durante estos años me han ayudado como conferencista, por si pudieran ser de utilidad a alguna persona que tenga que hablar en público.

  • Me enamoro de los temas de los que trato. Y ello me da una mayor profundidad que el mero hecho de conocerlos. La pasión es clave, aunque se hable de números. Sólo recordamos el 7% de lo escuchamos, según estudios de UCLA, el resto son emociones. Por ello, el calor, la cercanía y la pasión que cada uno sea capaz de dar, quedan en la memoria de los que escuchamos.
  • Hablar en público siempre me impone (al menos a mí). Es un miedo, no paralizante, pero sí presente. Y es bueno, porque significa que estoy alerta. Por eso, si te ocurre a ti, ¡bienvenido al mundo de los mortales! El reto no consiste en no sentirlo, sino en que no te impida hablar. A mí me apasiona este trabajo, por lo que consigo diluir el miedo.
  • Es un aprendizaje. Al principio yo era muy técnica y hablaba de modelos y de datos. Ahora, los sigo teniendo en la mente y poco a poco he ido transitando hacia de otros aspectos que me hacen sentirme más viva. Y como buen aprendizaje, no está exento de errores. En mi caso, que recuerde, he tenido dos conferencias malas y las dos por el mismo motivo: El tiempo. Una ocurrió en 2001 cuando me dijeron que en vez de disponer de 30 minutos tenía escasamente 15 y quise decirlo todo en la mitad del tiempo previsto. Grave error: Lo mejor es acortar los temas y no sentirse esclavo de las transparencias. Si hay que pasarlas, se pasan y ya está. La otra ocurrió hace un par de años y en ella me equivoqué sobre el tiempo en el que tenía que hablar. Pensaba que era menos. La mejor solución es utilizar un mando a distancia que te va indicando el tiempo que falta para concluir. Siempre lo llevo encima y me parece el mejor invento de esta profesión.
  • Busco feedback. No somos conscientes de nuestros errores y, a veces, caemos en un exceso de perfección. Por ello, los comentarios de las personas me ayudan, tanto como tener a un coach o a un profesional. Para mí, los encuentros con Alberto García Casillas, amigo y socio de Thinking Heads, me ayudaron mucho a depurar mis conferencias.
  • Escribo y luego hablo. Me ayuda mucho escribir previamente para memorizar los contenidos y luego, olvidarme de ellos mientras estoy hablando. Confío en la memoria e intento evitar la tentación de querer decirlo todo. También me ayuda imprimirme la presentación en pwp en formato de documento con el mayor número de transparencias posibles para acordarme del hilo conductor y anotarme datos para echar un vistazo rápido antes de comenzar. Y aún así siempre me olvido de transmitir cosas que creo que son importantes, pero en fin… de otro modo, tendría que leerlo y eso me generaría inseguridad y aburrimiento, por lo que asumo el precio.
  • Busco caras amigas. Es imposible gustar al 100% de las personas (y también es pretencioso), por ello, apoyo la mirada en aquellos que sonríen con lo que digo y según mi experiencia, siempre he encontrado personas generosas.
  • El espacio importa y mucho. Hay salas que son terribles para hablar, por su iluminación (porque los focos te ciegan o porque no se ve casi nada y te puede entrar sueño) o por la disposición del proyector… en fin, que son cosas que no dependen de mí pero que las tengo en cuenta antes de empezar con el objeto de buscar aquellos lugares del escenario donde me sienta más cómoda.
  • Y fluyo… me lo paso muy bien cuando hablo en público. Me cuento cosas que me diviertan (a veces repito juegos porque me ayudan a mí) También he aprendido que las caras no siempre son el espejo de alma sobre todo si he tratado temas que hacen pensar. La gente se queda en un extraño silencio, pero que hay que asumir como parte del proceso de reflexión… a mí me ocurre lo mismo cuando escucho. Por ello, sé que detrás de un auditorio siempre hay personas como yo, que han tenido la generosidad de regalar algo suyo muy preciado: Su tiempo.  Y eso me ayuda a dar lo mejor de mí misma.