Si algo está dejando la situación económica en los despachos de los líderes es la erosión emocional. Son más de cuatro años de malas noticias, sin que parezca que las cosas vayan a cambiar a corto plazo. Al principio, los responsables de personas parecían impulsar el optimismo con mensajes de “pronto todo cambiará”.

Sin embargo, el peso de los acontecimientos ha ido disolviendo la magia de este tipo de promesas y nos hace enfrentarnos a una enfermedad desconocida en las organizaciones: la erosión emocional, es decir, un agotamiento silencioso que resta energía para continuar ilusionando a los equipos. Es posible que en algunos casos hagan falta reemplazos, que los líderes que gestionaron la bonanza no siempre estén preparados para gestionar momentos de dificultad económica.

Pero independientemente de ello, es importante incluir en la agenda directiva acciones para recuperarse personalmente del desgaste.

La erosión emocional se reduce cuando encontramos espacios de desconexión del trabajo. Es el momento para recuperar las aficiones que nos permitan distraernos y rescatarnos a nosotros mismos de la continua acción. También es el momento para revisar nuestra alimentación y el ejercicio físico… Lo sabemos, aunque se nos olvida muchas veces: si el cuerpo se rompe, fallamos en todo lo demás. En definitiva, es momento de incluir en nuestra agenda el cuidado de uno mismo, más allá de nuestras posiciones y responsabilidades. Sólo cuando lo hagamos, desarrollaremos más energía para rendir mejor, para seguir ilusionando a los equipos, para mantener el sentido del humor, para descubrir la parte positiva de nuestra realidad y para reinventarnos como líderes.

Publicado en Expansion.com 20.04.2012