A mis amigos y maestros, a quienes está dedicado «Héroes cotidianos».

“Sin amistad nadie querría vivir, aun cuando poseyera todos los demás bienes […]; porque ¿de qué sirve esta clase de prosperidad si se la priva de la facultad de hacer bien, que se ejerce preferentemente y de modo más laudable respecto a los amigos?”

Aristóteles, Ética a Nicómano

La amistad hace que la vida sea más fácil, dijo Aristóteles hace más de veinte siglos, y se da no sólo entre amigos, sino también entre padres e hijos o en la relación de pareja (aunque esta última consideración fue realizada en siglos posteriores al filósofo). La amistad nos rescata de la soledad obligada, que es especialmente corrosiva en momentos de dolor, como demostró Bradburn en 1969. El 26 por 100 de los estadounidenses se sentían solos y reconocían sentirse deprimidos e infelices. En España el dato es parecido: El 20 por 100 en 1991 en la encuesta realizada por CIRES (Centro de Investigación sobre la Realidad Social). La amistad no solo es necesaria para evitar la soledad, sino para compartir la vida, sentirnos más plenos y auténticos e, incluso, aumentar nuestra esperanza de vida. Esta es la conclusión de un estudio realizado por la universidad australiana de Flinders. Durante 10 años analizaron las relaciones sociales de 1.477 personas mayores de 70 años y lo correlacionaron con su longevidad. La conclusión es muy reveladora: Aquellos que tenían más y mejores relaciones con amigos (que no con familiares) llegaban a tener un 22 por 100 más de probabilidades de sobrevivir. Es decir, la amistad es también un elixir de juventud y buen antídoto para evitar los ataques de corazón, según la investigación publicada en la revista Heart en Reino Unido. Las personas que han sufrido un ataque de corazón tienen el doble de posibilidades de recaer al segundo año si no tienen un buen amigo, familiar o pareja con el que poder intimar.

En definitiva, debería enseñarse en los colegios el arte de cultivar amigos. La amistad es posiblemente uno de las fuerzas más importantes para salir de las situaciones difíciles, que nos conecta con el amor y que resulta hermosa, porque nos engrandece el alma. En los mitos y cuentos, no hay héroe sin amigo. Puede que no aparezca el maestro, pero siempre está el amigo. Y la sabiduría popular es muy sabia en este punto. Una llamada telefónica o una voz amiga es una cuerda de salvación de los momentos duros, porque te hace ver que no estás solo y que tu dolor puede ser compartido por otro hombro. A veces dicha sensación se produce con personas que ni te esperabas o con alguien al que vas a ver sólo una vez en tu vida, pero que en ese momento ha estado ahí. Y no hace falta que diga nada. La presencia acompañada es suficiente para reparar las heridas. Esa es la magia de la amistad.