neurespejoEn los años sesenta, Albert Bandura hizo un experimento que resultó revelador para la época. A un grupo de niños les puso un vídeo de una persona que golpeaba a un muñeco. Cuando acabó el vídeo, y sin decirles nada, los niños tomaron muñecos que había en la sala y comenzaron a golpearlos tal y como habían estado viendo. Este ejercicio demostró varias cosas: primera, aprendemos observando y segunda, si tenemos referencias constructivas nos irá mucho mejor que si nos dedicamos a golpear muñecos. Ésa es la clave de nuestros referentes, maestros o mentores. Una vez más, el motivo lo tenemos que buscar en la plasticidad de nuestro cerebro.

Una parte de nuestro cerebro está escaneando continuamente lo que el otro hace. Las neuronas responsables de ello son las denominadas «neuronas espejo», descubiertas por casualidad, como ocurre muchas veces en la ciencia. En la década de los noventa del siglo pasado, un equipo de investigadores dirigidos por Giacomo Rizzolatti estaba analizando el cerebro de los macacos cuando descubrieron algo insólito. Cuando un mono hacía algo, como coger un plátano, se le activaba la misma zona del cerebro que cuando veía a otro hacerlo, ya fuera un humano u otro mono. Lo comprobaron en las personas y vieron que nos ocurre lo mismo. Como dice Rizzolatti, las neuronas espejo nos ayudan a entender la mente de los demás, no sólo pensando, sino también sintiendo…. Y así aprendemos, observando y practicando.

Las neuronas espejo suponen la disolución de la barrera entre el yo y los otros.

Vilayanur S. Ramachandran, neurólogo,
director del Center for Brain and Cognition