Si alguna vez has pagado por adelantado la cuota anual de un gimnasio y sólo has sido capaz de asistir unas pocas veces, tranquilo, no eres el único. El motivo es sencillo: No has modificado tus hábitos. Y al igual que nos ocurre con el gimnasio, nos sucede con los buenos deseos al regreso de vacaciones y, por supuesto, con los programas de formación e innovación en las empresas. Si no se generan nuevos hábitos, no se produce cambio ni a nivel personal ni organizativo. Y aún hay más. Al contrario de lo que dice el refranero, “el hábito no hace al monje” refiriéndose a su indumentaria, en este caso podemos afirmar que los hábitos hacen al líder y –como sugiere Marta Romo– sustentan la innovación.

La creación de un hábito tiene su reflejo en nuestro cerebro. Podemos decir que es una “nueva agrupación neuronal”. Para ello, se requieren dos factores: Necesidad clara y real, que provoca que se dilate el axón de nuestras neuronas, se muevan y se agrupen. Segundo, frecuencia. Para que dicha agrupación perdure en el tiempo ha de repetirse un mínimo de 21 días. Lo que significa que es más importante dedicar quince minutos diarios que una hora a la semana… Así pues, si queremos que cambien las actitudes, cambiemos los hábitos en los equipos. Si buscamos innovación, desarrollemos hábitos colaborativos e innovadores, lo que no se consigue con un bonito discurso, sino con objetivos concretos, pautas de repetición, incentivos, recursos, perseverancia y sin olvidarnos de aderezarlo con grandes dosis de disfrute. Y todo ello es aplicable al liderazgo, a la transformación cultural y, cómo no, a nuestras visitas al gimnasio.

De este tema hablamos en la sección de radio “La aventura de conocerse” que comencé el sábado 10 en el programa “Pensamiento Positivo” dirigido por Sergio Fernández en Punto Radio (los sábados de 13 a 14h).