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Les presento a Ana María Cobano, dueña de esta frase y de su vida, marcada por la superación infinita. Sin lugar a dudas, héroina por derecho propio.

Ana María, ¿se puede ser feliz pase lo que pase en la vida?

Sí. Luchando día a día, aceptándote como eres, marcándote nuevos retos y creyendo en uno mismo.

Sus palabras no son teoría, son la síntesis de su experiencia. Ana María nació hace 37 años en Paradas (Sevilla), con poco más de un kilo, labio leporino, fisura palatina y graves problemas en la vista. A la sentencia de un médico consciente de lo que le esperaba: “Lo mejor será que la niña no sobreviva”, sus padres le dieron la espalda y con un amor infinito hicieron lo quelos padres hacen: luchar sin descanso para que su pequeña viviera.

A Ana María la vida le había dado a elegir entre dos cartas: víctima o héroe. A la luz de los hechos, seguramente, en la incubadora tomó la decisión: héroe. Desde el primer instante dejó ver su naturaleza indómita. Hiló su infancia entre multitud de intervenciones quirúrgicas para corregir sus problemas en la boca y en los pies, siempre con nubes en el horizonte: su paulatina pérdida de visión. Aun así ni sus padres ni ella se dejaron vencer. Ana María inició la escuela a los cinco años y coronó su formación académica con el título de Técnico Superior en Administración y Finanzas. Pero ahí no acabó. Avezada en Internet buscó trabajo y a su título sumó otros oficios y actividades.

¿Cuáles han sido tus armas contra la adversidad?

La fuerza, la voluntad y el entusiasmo.

Fuerza, voluntad, entusiasmo… Decisión, dinamismo y pasión añade su gran amigo José Carlos Mena, quien la propuso y me hizo llegar el relato que él mismo escribió sobre Ana María en su blog Sonrisas en el camino.

A sus 35 años, una vez más, la vida la ponía a prueba: perdió la visión del ojo derecho y le quedó un hilo de luz en el izquierdo. Se desmoronó.

¿Cómo descubriste que tenía que haber otro camino menos duro?

Cuando me di cuenta de que era capaz de buscar soluciones y ponerlas en práctica, usando un camino paralelo hacia mi bienestar. Cuando toqué fondo en el momento de quedarme apenas sin vista, me levanté dispuesta a aprender a desenvolverme con el bastón y a leer braille. Fue duro pero en pocos meses me sentí muy viva e independiente. Fue un subidón.

Ana María hoy es presidenta de la Asociación paradense para la integración de personas con discapacidad «Entre Todos». José Carlos Mena la describe como “una empresaria capacitada y audaz, que busca la innovación, la actividad, el encuentro, la creación y la ayuda a los demás. Y esto último la honra: hace de voluntaria sin descanso para ayudar a personas necesitadas, débiles o perdidas. Trabaja por y para gente a diario”.

¿Qué le dirías a quien no esta pasando por su mejor momento?

Que tienen que seguir adelante, valorarse. Y que a su alrededor hay personas que las aprecian y están ahí para lo que necesiten.

Es su consejo aprendido en primera persona: seguir adelante y valorarse, levantarse una vez más de las que se cae, con su lema grabado a fuego “no hace falta ser grande para empezar pero sí empezar para ser grande”.

Ana María, -cuenta José Carlos-, pacta encuentros en otras localidades y excursiones fructíferas. No cesa en buscar la excelencia de la Asociación, el llegar y ayudar a más personas, el hacer actividades útiles como apoyo escolar, servicios de logopedia, regalos de boda, bautizo o comunión. Lo último: Talleres por los colegios para concienciar a los niños (Circuito de los Sentidos), donde se ha destapado como una gran conferenciante.

¿Sabes ser feliz?

Aprendo día a día.

¿Qué haces para que el bienestar se alargue?

Enseñar a los demás que aunque tengan limitaciones, se puede vivir y conseguir metas.

A las muchas metas ya conseguidas, Ana María ahora suma otra más, su programa de radio “Hablemos entre todos”, en la emisora local de Paradas, rodeada de sus más fieles colaboradores y amigos. La página de Facebook de la asociación es prueba indiscutible del afecto de su gente.

Entonces, ¿eres feliz?

Pues sí. Dentro de mis limitaciones y rodeada de aquellos que me quieren.

Muchas gracias Ana María por enseñarnos que la felicidad es una actitud más allá de lo que nos suceda en la vida.

Imagen: Licencia Creative Commons, Eddy Tsai

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