http://www.jpvillani.com.ar/wp-content/uploads/2009/02/sonreir.jpgLa aventura más difícil es la de conocerse a sí mismo. Parece que todos tenemos unas “voces internas” que nos dicen lo que tenemos que hacer: “Tienes que tener un buen trabajo” “tienes que ser el mejor en la empresa” “tienes que vivir la vida intensamente”… cada uno tiene las suyas y probablemente, el camino más difícil sea reconocer la propia voz, aquella que realmente nos conecta con lo que nosotros queremos o deseamos profundamente. Esa voz o ese centro es un deseo profundo, una intención en nuestra vida que está más allá del trabajo, de la pareja o de otros aspectos. Es de algún modo responder a la pregunta de “quién soy”, evitando las limitaciones culturales, familiares o de cualquier otro tipo que hayamos podido tener. Ahondar en este centro es muy, muy difícil…. por muchos motivos. Uno de ellos porque implica tomar decisiones muy dolorosas. Recuerdo un día que le propuse a una persona comenzar un camino de desarrollo personal, ya que estaba atravesando un mal momento. Después de muchas excusas me reconoció que no lo hacía porque sabía que eso le supondría separarse de su pareja y de su vida acomodada. Una respuesta muy valiente, sin duda. Al final, acabaron teniendo un hijo… un ejemplo clásico de huída hacia delante. Otro de los motivos por los que no “nos conectamos con nosotros mismos” (si se me permite esta expresión) es porque llevamos una vida muy anestesiada. El exceso de estrés, de preocupaciones o de ruido nos aleja de nuestro centro.

Si queremos escucharnos a nosotros mismos necesitamos tomar un respiro, crear espacios para la reflexión sincera y ser honestos con nosotros mismos (y en algún caso, asumir que quizá tengamos que llevar a cabo actos de valentía). Y si no, al menos, identifiquemos los síntomas de que algo no está yendo bien en nuestras vidas cuando, por ejemplo, nos dañan nuestros de estados de ánimos (enfado o miedo constante), tenemos problemas en el cuerpo (sobrepeso o algunas enfermedades) o sentimos un estrés desbordante.

La aventura de conocerse no se queda sólo en saber qué queremos realmente nosotros, sino en tomar decisiones para conseguirlo aunque impliquen emprender alguna que otra travesía del desierto. Como escribí en el libro de Héroes Cotidianos, del desierto se sale; de la negación de nosotros mismos, no necesariamente. Hay personas que se pasan la vida en ella por miedo a dar el paso y luego en algún momento de lucidez, se lamentan en silencio de lo que no pudo ser… Un precio demasiado alto para cargar con el toda una vida.