Piensan por nosotros y nos hacen la vida más fácil, pero también más irreal y filtrada.

Si haces una búsqueda en Google y le pides a un amigo que haga lo mismo, tendréis resultados completamente distintos. ¿El motivo? El triunfo de los algoritmos en tu vida. Google lanzó en 2009 la nueva personalización en los buscadores: 57 indicadores que estiman cómo eres y qué te gusta y con todo ello, te arroja la información más acorde a tus gustos. Tiene ventajas, no lo discutimos, nos ayudan a seleccionar información en el maremagno en el que nos encontramos. Pero los algoritmos también presentan muchos inconvenientes que afectan a nuestro día a día aunque no nos demos ni cuenta, según Eli Pariser en su libro “El efecto burbuja”.

Google no es el único, ni mucho menos. Yahoo, Facebook o YouTube te van a mostrar los anuncios que más encajan a tu perfil. En el caso de Netflix, por ejemplo, el 60% de las propuestas que te sugieren son en base a conjeturas personalizadas acerca de tus gustos. Así pues, los algoritmos piensan por nosotros y nos hacen la vida más fácil, pero también más irreal y filtrada. Esto es lo que denomina Pariser la “burbuja de filtros”, que altera nuestra manera de encontrar ideas e información. Así, se comprobó en las últimas elecciones estadounidenses y las famosas fake news o noticias falsas. Mientras que jóvenes de Macedonía llegaban a facturar 10.000 dólares por cada noticia inventada, los algoritmos las ponían en la mesa de los potenciales votantes a Trump gracias a todos los cálculos que habían hecho día tras día. Y, cuidado, recordemos que nadie es insensible a este tipo de información. Aunque el 60% de los españoles creamos que podemos distinguir entre la verdad y lo inventado, se ha comprobado que el 86% nos equivocamos, como se desprende de un estudio realizado por la Universidad Complutense de Madrid y Simple Lógica.

Así pues, accedemos a una información permanentemente filtrada y sesgada y tomamos decisiones políticas, sociales o emocionales en base a ello. Y por si todo lo anterior fuera poco, además, creamos colmenas de pensamiento en grupos de whatsapp o de amigos, en los que repetimos la misma matraca una y otra vez, confirmando que tenemos razón. Ante esto, ¿qué podemos hacer?

Lo primero de todo, rodéate de raros (gente diferente a ti). Busca gente diversa, que te haga cuestionarte constantemente lo que piensas. Si tu entorno y los queridos algoritmos te dan la razón, tienes poco margen de maniobra para ver el mundo desde otros ojos. Sigue a personas con criterios diferentes a ti en las redes sociales, acércate a gente que sea muy distinta y, simplemente, escucha.

Segundo, apóyate en fuentes fiables. Las noticias sensacionalistas tienen más posibilidades de correr como la pólvora por las redes sociales. Marc Amorós García recoge en su libro fake news un vaticinio de la consultora Gartner: en apenas cuatro años la mitad de las noticias que leamos serán inventadas. Así pues, para prepararnos para una emocionante escalada de información ruidosa necesitamos apoyarnos en fuentes serias y rigurosas.

Y tercero, conviértete en un buscador de arrugas, como propone Jesús Alcobaen una de sus conferencias. Los algoritmos y el pensamiento colmena tienden a forzarnos a un pensamiento único. Tu objetivo es salirte de ahí. Al igual que el Photoshop crea rostros perfectos, sin imperfecciones o arrugas y alejados de la realidad, necesitas buscar lo diferente y disfrutar de ello. Solo así conseguirás entrenar esa mirada distinta y más amplia.