Leer “es la cosa más importante que me ha ocurrido en mi vida” dijo Mario Vargas Llosa en su discurso en la entrega del Premio Nobel, ya que  le ayudó convertir “el sueño en vida y la vida en su sueño”. Además de las palabras del gran escritor, la lectura nos encamina hacia el aprendizaje y el aprendizaje hacia la libertad del ser humano. Por eso, ha sido considerada como peligrosa a lo largo de la historia y lo sigue siendo para muchos regímenes actuales que utilizan la censura. En la Edad Media un libro costaba el equivalente a tres vacas preñadas, y estaba penalizado para el pueblo llano (o más bien para aquel que no fuera clero o noble), ya que le volvía “arrogante” frente a Dios. A través de la ignorancia se manipula a las personas -y se sigue haciendo-. En su día ocurrió con los eclipses, y en la actualidad, la falta de conocimientos nos crea un sinfín de prejuicios en la política, en la economía o en las empresas. Y todo ello, desgraciadamente, nos llena de miedo.

Estar abierto a aprender es una actitud (y un flotador de salvación para nuestros problemas). Y no sólo ha de provenir de la escritura, sino de todo cuanto hacemos en nuestra vida. El otro día conocí a un directivo que me dijo que lo que más le sorprendía de sus colegas estadounidenses era que cuando salían de una conferencia, una reunión o un pequeño encuentro le preguntaban: “¿Qué has aprendido?”… Qué bueno si pudiéramos hacerlo como un hábito en nuestras reuniones o en nuestras conversaciones privadas. Cualquier contacto con la realidad es un aprendizaje y es nuestra actitud la que permite tomarlo como tal o no. Y dicha actitud, además, es la que diferencia a muchas personas, más allá de la lectura de libros. Quien se atreve a cuestionarse a sí mismo, quien se pregunta el por qué de las cosas y escucha a los otros está desarrollando la actitud del aprendizaje.

En definitiva, la apertura mental nos hace libres, nos lleva al respeto hacia los demás, y nos aleja de los estereotipos, de los nacionalismos de mil colores políticos o de las creencias preestablecidas… Y no hay que culpar al sistema, a Internet o a buscar excusas. Aprender es una pasión intelectual, como diría el filósofo Polanyi, que depende exclusivamente de cada uno de nosotros.

P.D. La película Precious que vi ayer en dvd me inspiró para escribir este post. Muy, muy recomendable… Trata sobre una mujer es capaz de salir de una vida durísima y desmembrada a través de la actitud hacia el aprendizaje.