Joshua Bell, considerado como uno de los mejores violinistas del mundo, este año participó en un experimento del periódico Washington Post, que consistía en tocar en el metro como si se tratara de un músico más. Interpretó a Bach y a Schubert, entre otras piezas, con su Stradivarius de 1713, valorado en 3,5 millones de dólares. Bell tres días antes había dado un concierto abarrotado en el Boston Simphony Hall y cuya entrada más barata costaba 100 dólares. No era de extrañar que su manager antes del experimento calculara que la gente sabría reconocer su talento y que en pocos minutos habría de cincuenta a cien personas alrededor de él. Sin embargo, se equivocó y mucho. Durante los 43 minutos de concierto, tan sólo siete personas se detuvieron a escucharle y 27 le dieron dinero hasta alcanzar un total de 32 dólares.
El redactor del artículo, Gene Weingarten, concluye que la “belleza depende del ojo con que se mira”. Y parece que es cierto. Hace unos meses leí un artículo que hacía referencia a otro experimento realizado con Coca Cola y Pepsi. Cuando les daban a probar la bebida de manera anónima, la mayoría preferían Pepsi. Sin embargo, cuando conocían las marcas, se decantaban por Coca Cola. Pero lo interesante de este estudio no es tanto el resultado sino las regiones del cerebro que se activaban en cada una de las rondas, porque sorprendentemente fueron distintas.
En definitiva, la marca importa y mucho, tanto al escuchar música como al beber un refresco o al conocer a alguien. Por ello, el prestigio es tan importantes para las personas y las compañías. Los empleadores también se han dado cuenta y están invirtiendo dinero en dar a conocer la empresa a los futuros candidatos, utilizando las técnicas tradicionales del marketing.

Artículo y video del «concierto»:
http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/04/04/AR2007040401721.html
Imagen tomada de:
http://www.simonhewittjones.com