Existen dos tipos de personas: las que siguen el recorrido marcado y no abandonan nunca los usos y costumbres del grupo, y las que deciden explorar una nueva senda. También hay dos tipos de empresas que siguen estos mismos patrones, y a las que uno de los más influyentes estudiosos del mundo empresarial, Gary Hamel, enmarca como empresas rezagadas y empresas atrevidas. Ambas formas de afrontar la vida y los negocios son respetables y susceptibles de ser exitosas, pero suele ser el segundo grupo el que consigue romper más barreras y convertirse en referente.

¿Te has dado cuenta de que muchas de las consideradas ‘raritas’ o ‘raritos’ en el colegio, años después, han conseguido destacar excepcionalmente en alguna disciplina? Este tipo de personas son muy reconocibles porque suelen seguir un patrón diferente al resto, con gustos supuestamente extraños… además de soportar durante años el rechazo del gran grupo que sigue modas y patrones de conducta similares. Raritos, o excéntricos, como Benjamin Franklin, Frida Kahlo, Dalí, María Montesori, Einstein, Darwing o Galileo, entre otros, marcaron hitos extraordinarios en la historia y serán recordados para siempre, pero en su época también sufrieron el estigma social y fueron señalados por vivir a contracorriente.

Una investigación del Royal Edinburg Hospital concluía que una persona occidental de cada 10.000 puede considerarse rara, y una de cada 15.000, totalmente excéntrica. Este mismo estudio constata que estas personas siguen un patrón de inconformismo, idealismo y obsesión por sus aficiones, así como una tolerancia mayor a la frustración y al fracaso que el resto de los ‘normales’, cualidades que les hace destacar sobre los demás cuando se proponen un objetivo.

Pero ser un excéntrico o un rarito no es un requisito necesario para ser exitoso o abrir camino. Lo puede hacer cualquiera que se salga de la fila. Quizá el nombre deDick Fosbury no sea muy conocido, tampoco hace falta ser recordado por todos, pero fue el primer deportista en la historia que decidió realizar la disciplina de salto de altura, de espaldas. Hoy es normal, pero hasta entonces no se había hecho nunca. Logró el oro en México ‘68 saltando de esa manera ante la sorpresa del mundo, y desde ese momento todos los saltadores lo hacen como lo hizo Fosbury por primera vez.

La innovación se basa en factores como el esfuerzo, el riesgo, la aventura de creer y apostar por uno mismo y sobre todo, de la transgresión. Es una fórmula que aprende del fracaso y que escapa de la dictadura de lo aceptado o de los comportamientos comunes, aunque eso suponga llevar la contraria y ser fiel a uno mismo… algo que nos cuesta mucho, como ha demostrado la ciencia.

El prestigioso psicólogo Solomon Asch realizó dos famosos experimentos que demuestran lo difícil que es contradecir al grupo, lo complicado de asumir la esencia del salmón, e ir a contracorriente a pesar de tener la razón. Solomon pidió a varios estudiantes que participaran en una prueba de visión donde había que señalar en un papel qué línea era más larga en una sencilla sucesión con diferentes tamaños claramente diferenciados. Lo curioso del experimento es que todos, salvo una persona eran cómplices, y comenzaron a señalar las líneas cortas como la más larga en cada imagen. Los sujetos que no eran ganchos, a pesar del desconcierto, en un porcentaje elevado dieron respuestas iguales al grupo, a sabiendas de que era incorrecta, por no contradecir la visión general.

En otro famoso experimento, de nuevo varios ganchos que subieron en un ascensor con un sujeto ‘inocente’, comenzaron a darse la vuelta y mirar hacia el lado opuesto a la salida durante el trayecto. De nuevo, a pesar de ser extraño, muchos adoptaron la misma postura y dirección corporal que los ganchos. Una vez más el comportamiento general, pese a ser poco racional, contagiaba al sujeto solitario.

Los casos anteriores sirven para darnos cuenta de lo vulnerables que somos a la presión social y el miedo que nos da mostrar una conducta diferente a los demás. Por ello, si tienes una buena idea, una pasión o un sueño, no lo dudes y sigue al salmón, porque como dijo Walter Bagehot, el editor que hiciera grande la publicación de The Economist, “el gran placer de la vida es hacer lo que la gente dice que no puedes”.

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