El miedo tiene muchos disfraces, algunos muy escurridizos, tales como estrés, “respeto” o malestar; y encontrarlo puede implicar una labor “detectivesca”. En cualquier caso, no hay que juzgarse por sentirlo ni pensar frases del estilo “soy un@ cobarde”. No ayuda nada y resulta absurdo. Si lo sientes, ¡perfecto, no estás muerto! Lo interesante del miedo es que te permite identificar qué es lo que se esconde detrás. Debes preguntarte: ¿qué no quiero perder? ¿qué beneficios me aporta el miedo? Cuando se trata de cuidar la salud, los seres queridos o tus propiedades resulta sencillo contestarlo. Huyes del dolor y de la pérdida relacionada con la supervivencia básica que comprende elementos tales como salud, trabajo, casa o dinero. De hecho, en la UCL, University College London, han demostrado que cuando perdemos dinero se activan las zonas del cerebro relacionadas con la agresividad o la frustración, cosa que quien ha perdido alguna vez algún billete habrá sentido.

Pero el problema del miedo se agrava cuando se refiere a aspectos mucho más sutiles. Detrás del miedo al rechazo (al qué dirán), al fracaso (no estar a la altura de las expectativas propias o ajenas) o a la pérdida de poder o prestigio (tarjeta de director, determinado modelo de coche) se oculta el miedo a perder un disfraz o rol. Dicho disfraz puede ser el de quién agrada a todos, del que más sabe o del que siempre triunfa. Pero si profundizas aún más verás que esa imagen que proyectas, en realidad, es probablemente la que te da seguridad para sentirte querido y quererte. Y ahí está la trampa. De hecho, a muchas personas lo que les duele de un fracaso en una empresa no son sólo las posibles consecuencias obvias, sino el orgullo herido y eso, una vez más, está asociado a un rol. Si eres capaz de identificar lo que se oculta detrás del miedo y los beneficios que te aporta, podrás acelerar cualquier proceso de transformación porque éste sólo se produce cuando se han perdido los disfraces.