Personas inteligentes a veces toman decisiones poco afortunadas. Así parece que sucedió con el presidente estadounidense Johnson y su equipo en la guerra de Vietnam. El fracaso de determinadas decisiones en el conflicto bélico animó a Janis, profesor de la Universidad de Yale, a analizar por qué había sucedido. Lo bautizó como pensamiento grupal. El pensamiento grupal se alcanza cuando todos piensan de la misma manera, y nadie propone alternativas. Es decir, si creían que había que continuar en Vietnam, nadie proponía lo contrario.
El pensamiento grupal se da en equipos muy cohesionados, sobre todo si tienen un ideal común (o una misión «cuasi divina», como alguno ha debido creer) y se observa tanto en equipos de fútbol, de empresa como pandilla de amigos:
¿Cuáles son los síntomas del pensamiento grupal?

1. Invulnerabilidad: «Somos los mejores y nadie puede con nosotros».
2. Estereotipos de la oposición: «Los otros son peores».
3. Autocensura: «Aquel que diga algo malo de los otros, no pertenece al grupo».
4. Racionalización colectiva: «Lo que decide el grupo está muy bien».
5. El silencio es consenso.
6. Presión de los iguales: Se pone en duda la lealtad de los que disienten.
7. Moralidad inherente: Creencia que alienta al grupo a ignorar toda implicación ética.
8. Miembros que protegen al grupo de información negativa: «Lo que no interesa, no se sabe».

¿Consecuencias?.
Adiós a las alternativas, adiós a los expertos que opinen lo contrario, adiós a otra forma de entender la información.
Por cierto, si alguien quiere ver el pensamiento grupal en cine, sugiero la película Treces Días, de Kevin Costner, en donde se observa muy bien lo que escribió Irving Janis. Aunque es una película antigua, es muy interesante observar cómo Kennedy resolvió el conflicto de la Bahía de Guantánamo y evitó el pensamiento grupal. Y si es posible, recomiendo ver también los extras y las entrevistas a los protagonistas de entonces.