¿Qué tenemos en común con una serpiente o con un burro (sin pensar en nadie en concreto)? La respuesta nos la dio Paul MacLean en su teoría “cerebro triuno”. El Director del Laboratorio de Evolución Cerebral y Conducta del Instituto Nacional de Salud Pública de California desarrolló un modelo de la estructura cerebral del ser humano conocido como el «cerebro triuno», «triada cerebral» o «tres en uno». Según esta teoría, el cerebro está formado por tres sistemas neurales interconectados, los cuales son el resultado de procesos evolutivos diferentes. Éstos son el cerebro reptil, el límbico y el neocortex.
Parece que todos tenemos algo que ver con los reptiles, nos guste o no. Nuestra afinidad se localiza en la zona más antigua del cerebro, situada en la parte superior de la médula espinal o en la base del cuello. Su objetivo es actuar. No piensa o analiza, sino que nos conduce a la acción cuando el cuerpo así lo demanda. En este sistema se apoyan los comportamientos instintivos, tales como ciertos patrones de agresividad, los instintivos sexuales o de la defensa de nuestro territorio. Desde este punto de vista, quizás los que proponen asaltar otros países estén más cerca de las culebras que de los filósofos.
El siguiente cerebro es el límpico o Paleomamífero. En términos evolutivos, es más joven que el reptil. Se sitúa detrás de la cara y envuelve al anterior. Según MacLean, compartimos este cerebro con los mamíferos, de ahí su nombre. Lo más interesante a efectos del miedo es que desde este sistema controlamos nuestra vida emotiva. La alegría, el enfado, el amor o el miedo, entre otros, se procesan en la parte de nuestro cerebro que se asemeja al de los perros, los elefantes o los burros. Se considera el cerebro afectivo… Parece entonces que el amor no es exclusivo de los humanos, aunque sólo nosotros escribamos poesías sobre el tema. Cualquier desequilibrio ahí nos conduce a depresiones, pérdida de memoria y estados acusados de miedo, entre otros efectos.
Y por último, el cerebro denominado neocorteza que sólo tenemos los homo sapiens. Es el responsable de los procesos intelectuales superiores, como la resolución de problemas o el pensamiento crítico y artístico. En él se desarrollan una serie de células nerviosas dedicadas a la producción del lenguaje simbólico y a las funciones asociadas a la lectura, escritura y aritmética. Este es el principal motivo por el que las poesías sean sólo patrimonio de las personas, que no las emociones básicas compartidas con el resto de mamíferos.