Esta semana tuve el placer de ser invitada a dar un taller sobre NoMiedo y Héroes Cotidianos a los participantes de Operación Triunfo. Conocí la Academia por dentro (una maravilla), al equipo de producción y a los profesores. Y lo que me encantó fue estar con los participantes. La víspera los había visto en la gala y al día siguiente, cuando les conocí, tuve la familiaridad que otorga la televisión. Lejos de los trajes, los maquillajes o los focos son chicos muy jóvenes, llenos de ilusión, de responsabilidad y muy conscientes de la oportunidad que han tenido de participar en el programa. La música es su pasión y han invertido mucho esfuerzo en llegar hasta allí. Y pensé: Ojala muchos otros jóvenes cuando empiezan su carrera profesional pudieran hacerlo con tanta pasión y con tanta responsabilidad.  Lógicamente, la mayor parte de los trabajos a priori no tienen la vocación que ofrece el arte… pero ¿por qué no podemos vivir nuestro trabajo con pasión? ¿por qué tenemos que relegarla a nuestras aficiones? El mero hecho de trabajar ya es un regalo sobre todo en épocas de crisis como la actual. Asumir la responsabilidad y vivir el trabajo con pasión (o con algo más de la que se percibe en muchas empresas) hacen que la vida sea más agradable, tenga más sentido y nos despierta de la rutina.

Aprendí muchas cosas de ellos. Se emocionaron y me emocioné hablando de la pasión, del sentido de lo que hacemos, de lo contrario del miedo que es el amor y de nuestra capacidad para volver a levantarnos a pesar de las caídas (o en su caso, de las nominaciones o las expulsiones de la Academia). Me encantó, además, la vocación y la profesionalidad de Nina y todo el cariño del equipo… En fin, fue un bonito regalo. Gracias.