Hace quince años hice un curso de eneagrama. Para quien no lo conozca, el eneagrama es una filosofía que ayuda a entender más a la persona, conocer sus motivaciones, su forma de entender la realidad… y lo explica en torno a nueve tipos de caracteres. Desde hace un tiempo parece que se ha puesto de moda. Ha salido en periódicos como El País, en revistas especializadas como Capital Humano y se ha planteado como herramienta en las empresas para programas de selección. Pero de esto último tengo mis reservas.

Durante la primera quincena de agosto he participado en un programa de formación diseñado por Claudio Naranjo, uno de los mayores impulsores mundiales del eneagrama. La formación, denominada SAT, ha tratado sobre varios temas, siendo el eneagrama uno de los importantes. Después de todo este trabajo (maravilloso y utilísimo, por otra parte), no soy partidaria de aplicarlo al mundo de la empresa, como al menos lo he visto reflejado en varias consultoras y empresas. El eneagrama es una poderosísima herramienta de autoconocimiento y conocimiento del otro y creo que a cualquier persona le sería de  inmensa ayuda. Pero de ahí a que sirva de clasificación de personas por número y de presuponer su desempeño conforme a su tipología creo que hay un gran abismo. Además, existen tantas diferencias dentro de cada eneatipo que el resultado sería muy pobre.

Independientemente de ello, el eneagrama es de gran ayuda a quien tiene que dirigir personas, para conocer sus necesidades y sus miedos; así como a profesores y maestros, para ayudar a desarrollar el talento de sus alumnos y ayudarles a respetar las diferencias. Los libros que hay en el mercado, hoy por hoy muestran un eneagrama muy frívolo y superficial, que da lugar a clasificaciones fáciles que no aportan demasiado (algunos parecen más un horóscopo que otra cosa). Además, cuando uno lee su eneatipo casi nunca lo reconoce. Por ello, si alguien está realmente interesado existen sesiones de formación en las que se conoce de primera mano su filosofía y su utilidad y supone dar un primer paso en el apasionante mundo del autoconocimiento.