Si crees que es imposible llegar a convertirte en una o un gran líder sin aparecer en la portada de la revista Time o en la lista Forbes estás en un gran error.

La palabra liderazgo se asocia de manera intuitiva a personas que conjugan un exitoso desarrollo profesional con un carácter arrollador, pasional, talentoso e influyente. Lo cierto es que casi siempre que hablamos de grandes líderes mundiales aparecen nombres como Bill Gates o Steve Jobs en el ámbito empresarial, Michael Jordan o Rafael Nadal en el deportivo, Abraham Lincoln, Winston Churchill en el político o Teresa de Calcuta o Nelson Mandela en el social. Son sólo algunos ejemplos, pero todos ellos son conocidos por millones de personas y han acabado, o acabarán, en los libros de historia… o en la Wikipedia en el peor de los casos.

Estos nombres comparten, además de excelencia y pasión, una enorme exposición universal. No es sencillo llegar a esas cotas, pero a medida que vayan apareciendo personas de un perfil similar, su escaparate mundial será mayor por el avance tecnológico y digital en el que navegamos.

Sin embargo son millones los líderes que a lo largo de la historia se han quedado, y se siguen quedando, fuera de este reconocimiento que tanto alimenta el ego, pero que no por ello dejan de ser grandes líderes: Grandes líderes silenciosos.

Atendiendo a la definición que la RAE hace de la palabra líder -“Persona a la que un grupo sigue, reconociéndola como jefe u orientadora”-, este líder silencioso y menos mediático tiene mucho que ver con la segunda parte de la definición, la que se refiere a “Persona orientadora”.

El líder silencioso en la empresa

Para el investigador de la Universidad del Desarrollo de Chile, Carlos Albornoz, en el ámbito empresarial lo importante es que los equipos vayan adquiriendo más protagonismo, lo que genera que el líder que una vez supo ser autoritario debe amoldarse a esta nueva modalidad. “Debe tener capacidad de escuchar, de ser empático y de provocar transformación en el modo que otros piensan y actúan”.

Así, una buena o un buen líder silencioso sabe cómo orientar a los suyos, cómo motivar y finalmente cómo delegar y dar paso a las buenas ideas. En definitiva, sabe cómo echarse a un lado en el momento adecuado aun a costa de no alimentar esa presunción que otorga el reconocimiento universal.

Pero… ¿y si todavía no eres un líder mundial expuesto al gran público y tampoco tienes la posibilidad de liderar silenciosamente un grupo humano en tu empresa? No desesperes, también puedes ser una líder silenciosa o líder silencioso en tu ámbito familiar… y es quizá el más importante y satisfactorio de todos.

El líder silencioso familiar

Para el experto en liderazgo familiar James B. Stenson, la verdadera misión de los padres es hacer que sus hijos sean responsables de adultos. “Toda dinámica familiar gira en torno a eso, a qué tipo de mujer y hombre serán tus hijos al crecer, no hay reto más importante que liderar a tus hijos”, sostiene.

Esta misma idea se plantea en el libro “Padres que dejan huella: Cómo ganarse la autoridad y ser líder de tus hijos” donde los autores analizan la importancia de la autoridad y del liderazgo familiar entendida como ese referente que somos los padres para ellos y que perdura toda su vida. Es esa parte de nosotros que les damos y queda en ellos como camino de la felicidad.

Esta afirmación la corroboró un tal George Washington, considerado el padre de la patria americana y admirado por millones, quien confesó que su legado silencioso tiene propietaria: “Todo lo que soy se lo debo a mi madre. Atribuyo todos mis éxitos en esta vida a la formación moral, intelectual y física que recibí de ella”. Mamá Washington, toda una líder silenciosa.

Julius Henry Marx, más conocido como Groucho Marx, fiel a su estilo, también se refirió a la figura de su gran orientador: “Todo lo que soy se lo debo a mi bisabuelo, el viejo Cyrus Tecumseh Flywheel. Fue un gran hombre; si aún viviera, el mundo entero hablaría de él… ¿Por qué? Porque si estuviera vivo tendría 140 años”.

Puede que el de Groucho no sea el mejor ejemplo, pero en España podemos acercar un caso que conjuga este liderazgo silencioso tanto en el ámbito laboral como en el personal. Se llama Vicente del Bosque, es el faro que guía a la selección española de fútbol y ha llegado a lo más alto como entrenador siguiendo fielmente las virtudes de un gran líder silencioso: Orientar a los tuyos con tu experiencia y echarte a un lado cuando tu equipo logra un éxito. Tras recibir el Balón de Oro como mejor entrenador después de ganar aquel histórico Mundial y la Eurocopa afirmó lo siguiente: “Esto es gracias a mis jugadores”.

Pero el mayor éxito de Del Bosque brota de su ámbito familiar. Vicente ha reconocido en varias ocasiones que cuando su mujer y él se enteraron de que su hijo Álvaro tenía síndrome de Down se hicieron una pregunta desesperada: ¿Por qué nos pasa esto a nosotros? Pronto salió a flote su liderazgo silencioso y cambiaron la pregunta por un ¿Por qué no? Hoy, según cuenta el seleccionador, la pregunta que se hacen a diario es muy distinta: ¿Podríamos vivir sin Álvaro?