Ese fue el título que escogió Francisco Alcaide en una entrevista que me hizo el mes pasado en Executive Excellence (una entrevista, la cual me encantó, por cierto). El fracaso cuando se revisa a lo largo del tiempo se observa que fue la clave para conseguir un éxito en el futuro. Al menos, esa ha sido mi experiencia.
Como todos, me he equivocado en muchas ocasiones y no recuerdo haberme quedado en ninguna ocasión indiferente. Sin embargo, luego con el tiempo he entendido que esos errores fueron fundamentales para lo que después he ido logrando. Por eso, revisar el lenguaje interior cuando uno se confunde es básico para no sufrir y aprender. Deberíamos desterrar de nuestro vocabulario frases como «soy un inútil» o demás adjetivos y sustituirlos por «me he equivocado». El verbo «ser» es muy peligroso para la autoestima personal cuando se refiere a cosas negativas. Y lo mismo ocurre cuando se quiere ayudar a un hijo, amigo o colaborador a afrontar un problema.
A veces me sorprende la dureza con la que nos tratamos y que probablemente evitaríamos a la hora de decírselo a otros si hubieran cometido el mismo error que nosotros. No me extraña que el Dalai Lama dijera que no entendía la falta de autoestima en Occidente. Por ello, en la medida que sepamos aceptar el fracaso podremos ganar en autoestima y en capacidad de aprendizaje.

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