En plena Guajira colombiana está la mina de Cerrejón, la más grande del mundo de carbón a cielo abierto y en donde he estado impartiendo un seminario de Gestión del Talento estos días. Ahí trabajan 10.000 personas. Cerca de la mina se encuentra el campamento, una ciudad tranquila y protegida, en donde viven los trabajadores más cualificados con sus familias. Son un total de 2.000, de entre ellos, una tercera parte niños o adolescentes. Las casas no son propiedad de los trabajadores, sino de la empresa que se las cede durante el tiempo que ahí trabajan. El origen de la mina se remonta a 1976 cuando ExxonMobil firma el contrato de Asociación del Carbón y construye un campamento “estilo norteamericano”, con el fin de que sus directivos cuando tuvieran que ir a Colombia se sintieran como en casa. Y lo consiguieron. Las reglas se respetan a la perfección. Nadie conduce más de lo indicado en los carteles, no hay suciedad por las calles, ni ruidos. Todo funciona adecuadamente.
Cuentan, además, con una de las mejores escuelas de Latinoamérica reconocida en Estados Unidos, un centro cultura y de ocio, un supermercado, un hotel… Hay de todo (o casi de todo) lo que las personas necesitan pero sólo un establecimiento de cada tipo. No se busca la competencia, sino satisfacer necesidades. Es gran ejemplo de la «ciudad perfecta» o como algunos trabajadores denominan, una “ciudad Malboro”, que contrasta enormemente con la realidad colombiana y de casi cualquier otro país del mundo sudamericano.
Trabajar en la mina de Cerrejón es un seguro de un tipo de vida tranquila y muy protegida. Si se le une, además, un importante esfuerzo formativo y unos salarios competitivos, no es de extrañar que el índice de rotación de las profesionales mayores de treinta años sea casi nulo a pesar de ser demandados por otras empresas del país. El problema está, lógicamente, en aquellos que necesitan el contacto con otras realidades y que consideren que Cerrejón es una ciudad “demasiado perfecta”. En otras palabras, el mejor ingeniero de minas que no desee vivir en el campamento, por muy bueno que sea y por mucho que se le motive, difícilmente se comprometerá con la empresa, al menos a medio y largo plazo. Por ello, es importante conocer cuál es la proposición de valor que se hace al profesional, es decir: qué le pedimos y qué vamos a ofrecerle el términos de salario, tipo de vida, desarrollo… Una vez más, el talento no es universal ni en Cerrejón ni en ninguna otra empresa del mundo.