El miedo ha sido el modelo clásico de gestión de las compañías. Y ha funcionado muy bien –no le quitemos su mérito-. Cuando el mercado es estable y los clientes obedientes, los empleados pueden actuar como autómatas. Las personas se mimetizan (o se alienan, según la terminología marxista) con la cadena de montaje o los mostradores. Y sus momentos de creación quedan relegados a hobbies, amigos o parroquias. Es el triunfo del síndrome “Fiebre del Sábado Noche”, como la mítica película de 1977: La vida nace y muere entorno al fin de semana. El resto de los días simplemente hay que soportarlos.

Pero la competencia hace sonar la música disco que desestabiliza los mercados. Las empresas tienen que aprender a mover las caderas para adaptarse. Buscan nuevas capacidades escondidas y comienzan a pedir a sus profesionales el estilo John Travolta y no el de los conejitos de Duracell, movidos a pilas. En esta nueva pista de baile, el miedo no tiene hueco.

¿Profesionales alineados para alcanzar una misión? hay que desterrar el miedo. ¿Profesionales comprometidos con sus clientes, con capacidad para asumir decisiones? Hay que volver a desterrar el miedo. ¿Empresa obligada a reinventarse una y otra vez para adaptarse a los cambios? Definitivamente hay que poner un sello de “no retorno” al pasaporte del miedo.

La elección podemos resumirla en dos opciones: ¿Alineados o alienados? (porque los alienígenas no parece que tengan mucha cabida en la empresa). Es una cuestión de resultados. Dependiendo de tu mercado y de tu visión de futuro (y de principios personales, en algunos casos), utiliza el miedo como fórmula de gestión o tíralo a la basura.

Por si te ayuda a decidirte, Raj Sisodia, Jag Sheth y David Wolfe realizaron un estudio sobre 60 organizaciones punteras estadounidenses y analizaron su estilo de dirección y sus resultados financieros. Aquellas empresas dirigidas por “directores generales que inspiran respecto, lealtad e incluso cariño, más que miedo”, según los autores, habían incrementado sus resultados en los últimos diez años un 758%, frente al 128% que aumentaron las principales 500 empresas norteamericanas.

Y otro dato: solo el 36% de los profesionales aseguran poner en práctica todo cuanto podrían hacer . ¿Te imaginas los resultados de los equipos si el ratio se acercara al 100%?

“Las personas están preparadas para tener un lugar de trabajo sin miedo”

Kathleen Ryan y Daniel Oestreich, autores de Driving fear out of the workplace